- Mamá ahora si nos jodimos, ¿qué vamos a hacer?- preguntó Camila angustiada y no era para menos. Ese día, el 29 de agosto de 2007, Olga, su mamá, había decidido tras una breve pero productiva investigación, retar públicamente a los oficiales norteamericanos adscritos al Plan Colombia que habían violado a su hija de 12 años de edad. Durante varios días, casi de modo obsesivo, se había dedicado a buscarlos, a preguntar en la calle, a visitar los bares que ellos frecuentaban, y cuando por fin tuvo plena certeza de su identidad, los siguió caminando lentamente tras su camioneta, una burbuja blanca de placas CTU 046 que siempre conducían, los denunció ante las autoridades competentes y finalmente los desafío en la calle delante de todo el pueblo.

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