Sólo en un orden de cosas en el que ya no existen clases y contradicciones de clases, las revoluciones sociales dejarán de ser revoluciones políticas. Hasta que ese momento llegue, en busca de toda reorganización general de la sociedad, la última palabra de la ciencia social será siempre: luchar o morir, la lucha sangrienta o la nada. Así está planteado inexorablemente el dilema.

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ABP

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